9 de junio de 2010

Leidy Roxana Mendoza - JUCUM Ituzaingó, Argentina

Hay un dicho popular que dice: “siempre que llovió, paró”. Sin embargo, hay veces y épocas en las que pareciera que la lluvia no cesa, como si no nos quedara más que aceptar que la vida no solo no es fácil, sino que el destino está empecinado en que la suframos.

El tema es que cuando uno conoce gente como ella, las teorías baratas se caen. Leidy Roxana Mendoza, una mujer de Dios que se las juega todas, sin importarle más que lo que Dios le dice.


¿Por qué hiciste la Escuela de Discipulado (EDE)?

Tomé mi EDE en el año 2002, en Ecuador. Yo no conocía nada de JUCUM, pero una maestra de escuela dominical había tenido un sueño conmigo en donde yo llevaba su mochila. En ese sueño, ella se quedaba y yo viajaba, detrás mío venían muchos jóvenes. Después de este sueño, ella me preguntó si yo quería hacer una escuela, servir a Dios en otro nivel.


¿Y? ¿Qué paso?

Mi mamá me apoyó; cuando se lo conté ella me dijo que mi vida era de Dios. Para mí, lo importante era lo que pensara mi mamá, porque ella se había jugado por mí. Nosotras vivíamos en condiciones difíciles y mi mamá dejó todo para que estemos bien, así que yo ya era libre.


¿Y ahí te fuiste?

Mas o menos, porque también estaba de novia...


¿Qué?

Sí, mi ex novio se llama Mauricio; nos queríamos mucho, pensamos en casarnos. Por eso yo mandé el formulario medio a escondidas, hasta que un día antes de irme le conté sobre la escuela. El me gritó, me dijo que yo era una fanática, que me iba a ir mal porque no tenía plata; además tuve que dejar la facultad, estudiaba contabilidad.


Quedé atónito... ¿cómo hiciste con la plata?

Me fui a la escuela sin un peso, solo obedecí a Dios. Él me dijo que quería que lo siguiera, así que me fui. Un día antes de que terminara la escuela, recibí una ofrenda que cubrió todo. Imagínate que yo fui a hacer mi escuela sin tener siquiera ropa, porque yo vivía en una ciudad de calor y la EDE era en las montañas, ¡así que me morí de frio! Toda mi ropa me la regalaron en la escuela.


¿Y tu cruzada?

Ese fue otro milagro (se ríe con melancolía); tampoco tenía plata, pero una amiga recibió dos ofrendas y me dio una a mí. En ese entonces era un montón, ¡eran solo 100 dólares! Con eso fuimos a Colombia. Trabajamos con jóvenes en medio de la guerrilla, ¡fue tremendo! Dios ministraba sanidades, cosas muy profundas, y en medio de todo lo que Él hacía, estábamos súper vigilados. Cuando terminé la escuela me quedé a trabajar en la base. Yo me quedé en JUCUM porque había escuchado sobre un ministerio que trabajaba con niños y jóvenes, solo había escuchado de King's Kids.


¿Y Mauricio?

¡Qué sé yo de Mauricio! Se casó. En sí, después de que hice la escuela él se mudó a la ciudad donde estaba la base. Medio que intentamos de nuevo, pero cada vez que intentábamos, Dios me decía que él no era para mí. Lo de Mauricio me costó mucho, lloré un montón.


Ok, entonces te quedaste en la base...

Sí, trabajé en una EDE (en la de Evelyn su hermana, aclara). ¡Fue re difícil! Después empecé a levantar King's Kids. Me puse en contacto con Walter Luna de acá y con gente de Puerto Rico, ahí me contaron de la PMNA (una escuela para el ministerio con niños, adolescentes y familias). Yo vivía en las oficinas que tenía la base y trabajaba en conjunto con una organización que se llama Compasión; ellos ayudan a chicos de bajos recursos con las cosas de la escuela como uniformes, ¡además en navidad nos daban dulces!

Un tiempo después me negaron la visa para ir a Puerto Rico a hacer la PMNA y por esa misma época, llegó a Ecuador un equipo de la PMNA de Argentina con Ryan, Lina y otros más. Ellos me ayudaron a hacer un campamento para nuevos integrantes; para eso tuve que invertir todo lo que había juntado para ir a Puerto Rico. Además, Walter me había mandado unos manuales con enseñanzas. El campamento fue un éxito, tuvimos como 30 chicos. Así empezamos el ministerio.


¿Y después?

En el 2005 Dios me habló de ir al “Viva Latinoamérica” en Brasil. Yo no tenía plata, pero fui obedeciéndolo a Él. Cuando estaba allá, Dios me habló de quedarme en Brasil...


¿Y tus líderes?

En Ecuador la base estaba con muchos conflictos, así que no hubo problema en que me quedara; el problema era que no sabía ni donde ni con qué. ¡Esta vez tampoco tenía ropa!

Estuve un tiempo en Brasil hasta que me tuve que volver a Ecuador porque no me renovaron la visa. Igual hice muchos amigos, familia, gente como Junior y Cinara, amigos que están en mi vida hoy. Cuando volví a la base, los conflictos eran cada vez más grandes, entonces llegó David Olivera (director de JUCUM Corrientes) para ayudar...


¡Seguí! ¡Seguí!

Jajaja. David habló conmigo, me escuchó. El me animó a hacer la PMNA en Argentina; me acuerdo que no quería porque me chocaba mucho la cultura. Igual oré y decidí venir. Viajé sin plata, ¡en colectivo por 7 días!


¿Y ya está?

Sí, Dios me habló de quedarme. Ahora estudio Psicopedagogía. ¿Sabes que quiero? Quiero agarrar las enseñanzas y ponerlas al nivel de niños como Mateo y Tiago (entre las edades de 2 y 3 años). Hacer como “High 5”, pero con valores de Dios. Creo que el mayor problema con la familia hoy es que la gente no vive lo que dice, no hacen lo que hablan. Además, me quedé en JUCUM porque amo las misiones, no veo mi vida fuera de la Misión.


¿Qué tipo de gente admiras?

A mi mamá, porque siempre creyó en mí. Después a Claudia, porque siempre se hace un espacio, un tiempo para los demás. Admiro gente como Julio y Sheila... y ahora que la estoy conociendo, también a Michele.


¿Por?

Porque me da espacio, me escucha y cree en mí. Porque me trata de igual a igual. ¿Sabes qué? Una de las cosas que más admiro de esta base de JUCUM, es el espacio y el tiempo que se les da a las familias, ¡eso es algo que no se ve en todos lados! Yo aprendí que es más importante pasar un rato con los niños, que todo lo que pueda enseñarles desde al frente.


¡Gracias Leidy!


Por: Ale Cruz

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