27 de febrero de 2010

Paula Cintia Rodríguez, JUCUM Ituzaingó

Mientras camino por un edificio polifacético en una sede de Juventud Con Una Misión, me voy chocando con distintos tipos de seres; con distintas ropas, edades y por sobre todo, nacionalidades (cual feria de las naciones pero sin la Rural). Me vi guiado en el barullo hacia los salones de la escuela de arte: “Artistas en su Máxima Expresión” (AME). Allí, en medio de un ensayo de “Lunas y su reino del revés”, sonriente, seria y preocupada, todo en una misma expresión, estaba ella. Paula Cintia Rodríguez, una mujer de Dios que nunca deja de sorprender.

Con mate y bebé en brazos me invitó a sentarme y así, poder disparar.


¿Por qué un teatro en el Obelisco y no una iglesia?
Es que la idea de la escuela es poder crear fundamentos para aquellos que tienen un llamado a las artes, esos que saben que quieren hacer de esto, su vida. Entonces como parte de AME queremos que los estudiantes tengan una experiencia real del medio; cómo son las cosas fuera de un ámbito de iglesia. El año pasado, cuando presentamos en el Bauen, la meta era plantar bandera, alcanzar a otros. Hoy nos estamos ampliando, porque no solo vamos por la gente, sino que tenemos a la escuela haciendo una producción a todo trapo.

¿Y qué expectativas tenés con esto?
¿Con la obra o la escuela?
Las dos.
En sí, mis ojos están puestos en el desafío que tenemos como escuela, por eso no me subo al escenario. ¡Más vale que lo extraño! Pero me descubrí en otro rol, porque dirigir me dio la oportunidad de ver brillar a otros. Creo que la escuela nos permitió dar un espacio de contención; es obvio que 6 meses no te dan todo lo que necesitas, pero sí un punto de partida. Me parece que hoy, los artistas de AME saben qué quieren y también lo que no quieren; lo que pueden dar y lo que no.

¿Crees que hay gente que puede más que otra?
Mirá, lo que pienso es que uno tiene que ser estratégico, eso también es sabiduría. Yo tengo 24 años, la vida de una bailarina clásica es my corta, entonces me inclino hacia la docencia. Pensá en Maria Fuks, tiene como 80 años y sigue haciendo todo lo de expresión corporal. El tema es ver todas las posibilidades y buscarle la vuelta, y eso no es dejar lo que Dios pueda hacer de lado, es ser real.

¿Cómo ves la relación del arte y la iglesia?
Creo que estamos en un punto clave nuevamente. Hace años atrás, era un desafío hacer coreografías o algo de teatro. Hoy, eso se ve en todos lados, hemos crecido mucho pero nos volvimos a quedar. Creo que hoy estamos en un nuevo punto de quiebre, hay muchos artistas que necesitan ser contenidos, apoyados. Las artes son un grupo no alcanzado, un campo misionero en sí mismo. Alcanzarlos y discipularlos es enviar misioneros, esto es una tarea de todos nosotros; nuestros artistas necesitan un espacio para ser contenidos, escuchados y apoyados. Cuando yo estudiaba danza tenía un grupo de gente que oraba por mí cada noche antes de dormir, ¡imagináte! 6 horas todos los días rodeada de mentiras que atacaban mi identidad y mi llamado. Esa gente fue mi sostén.

¿Cómo ves el futuro cercano?
Con Hiram (su esposo) oramos y nos proyectamos en una “casa del artista”, un lugar donde podamos dar clases, exponer, mostrar pero por sobre todo, conocer y amar gente. Cuando veo lo que Dios hizo en los estudiantes de la escuela, quedo impactada.

¿Cuál es la clave con el arte?
Empacarte. Tenés que perseverar, si algo no te sale hay que practicarlo hasta que salga. Esto es solo para los que estén dispuestos a pagar el precio, a ser dedicados, por sobre todo en tu relación con Dios, porque cuando las puertas se abren, es lo que te mantiene firme en tus valores y convicciones. Lo que marca una diferencia y transforma es tu relación con Dios. Si vos sos uno con Él, vas a saber qué hacer y qué no. Esa es la clave.

¡Gracias Pau!
¿Nos vemos en el teatro?
Dale…
Por: Ale Cruz

1 comentarios:

Anónimo dijo...

esta buenisimo

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