Norberto “Beto” Núñez - JUCUM Córdoba, Argentina

Caminamos hablando de Platón, Sócrates, BB King y la Mona Giménez. Córdoba está llena de sorpresas, y charlar de cómo él las ve, me desafía y bendice. Norberto “Beto” Nuñez, un tipo profundo.

¿Cuándo hiciste tu Escuela de Discipulado (EDE)?

En septiembre de 2004. Estaba trabajando en mi iglesia cuando recibimos un equipo de JUCUM, ahí me sentí desafiado; quise ser parte de JUCUM. Yo estudiaba derecho, más que nada porque tenía más salida laboral, porque siempre me apasionó la filosofía y la música. Cuando decidí hacer la EDE supe que mi ida a JUCUM no era solo por unos meses, sino un cambio de vida. En la escuela Dios me habló mucho, me transformó en cosas profundas. Pensar en no volver a estudiar pronto, me generó una crisis, esa fue mi lucha. Sabía lo que Dios me estaba pidiendo, pero me costó hacerle caso.

¿Y Córdoba?

En sí yo tenía otros planes, pero Juan vino y me desafío. En Ituzaingó yo estaba colaborando con la Oficina Nacional (y cuando habla de ese tiempo también comenta la historia de un pasaporte y una visa que tuvo que ir a buscar; una visa que le costó una retada importante. Según él, un momento memorable). Cuando Juan me invitó no tuve una palabra sobrenatural de Dios, solo supe que tenía que dejar todo y venir a Córdoba, así que solo obedecí.

¿Cómo te sentís en Córdoba?

Fue un proceso. Al principio me costaba mucho pensar en largo plazo, era como estar de cruzada pero de a poco empezar a extrañar menos Buenos Aires. Un día, me di cuenta que cuando decía "vamos a casa", me refería a Córdoba. No fue de un día para el otro, tuvo más que ver con andar por la ciudad, pasear, conocerla, estar con la gente; hacer historia en el lugar. Lo otro importante es que JUCUM Córdoba es muy diferente a JUCUM Ituzaingó y ese también fue otro proceso de aprendizaje, pero lo más importante para mí fue sentirme parte, tener el espacio para crecer y multiplicarme.

Aun cuando a Beto no le gusta decirlo, él es un referente de JUCUM Córdoba. Junto a su esposa Sanna, han dirigido cuatro de las cinco EDE que JUCUM Córdoba ha tenido.

¿Por qué la EDE?

Creo que me apasiona ver los cambios en la gente. La verdad es que Dios usó la escuela para cambiarme la vida y eso me motiva a creer en los cambios para la vida de los otros. Me gusta ver cómo la gente es desafiada y decide por Dios. ¡Ojo! también me apasiona la música, quiero seguir estudiando y tocando.

¿Y cómo relacionas la EDE, la música y todo lo de filosofía?

Es que la base de lo que hacemos está en lo que pensamos, en aquello que creemos y esperamos de la vida. La filosofía hace eso, me lleva a pensar en lo que creo. La EDE es un trato profundo de Dios en cómo vivimos la vida y la música es una forma de bajar eso y llegar a la gente. Hacer algo simple, sin palabras complicadas, para que todos puedan entender.

¿Cómo te ves de acá a unos cinco años?

Mmmm… ¡con un hijo! jajaja. En Finlandia, con una base allá o por lo menos haciendo una EDE allá; yendo y viniendo. No sé, porque nuestro compromiso en Córdoba nunca fue algo a corto plazo, por eso estamos orando y tratando de ir este año a Finlandia para ver cómo seguimos.

El año pasado cuando llevamos un equipo, Dios nos habló mucho de invertir allá. Para mí no es fácil porque a pesar de que es un lindo país, todo es distinto y eso me saca de mi comodidad. Pensar en invertir en una cultura tan diferente me desafía mucho, me hace necesitar mucho a Dios; eso está bueno porque yo lucho con ser independiente, me lleva a la humildad. Todo lo que crecimos fue por misericordia de Dios.

Beto no es extrovertido, conocerlo es todo un desafío porque la mayoría de las veces va más allá de lo obvio; es parte de una nueva generación de líderes y a quien yo admiro mucho. Un hombre de Dios, sin miedo a aprender.

Por: Ale Cruz