14 de agosto de 2010

Omaris Velázquez de Salazar - JUCUM Ituzaingó, Argentina

Los olores y figuras combinan en cada esquina del pequeño refugio. Todo huele bien. Las tazas y las fotos parecen abrazarte, tal vez se estén cayendo pero nadie lo nota, a esto se lo llama estilo. Omaris Velázquez de Salazar, hoy, una amiga.


¿Cuándo y cómo llegaste a JUCUM?

En Puerto Rico yo trabajaba en mi iglesia, daba clases de misiones en un instituto y ayudaba en todo. En ese tiempo estaba por salir hacia España de misionera para trabajar con los musulmanes. Ahí nos llegó la publicidad de “Slingshot”, y como varios conocidos habían hecho algo en JUCUM, pensamos (con mis pastores) que era una buena oportunidad de tener una experiencia antes de salir a España.


Mientras que charlamos, Oma hace café (importado), calienta leche y prepara las tazas como si fuera toda una ceremonia.


¿Entonces llegaste a Slingshot, te enamoraste y te quedaste?

¡Nada que ver nene! Cuando llegué Dios me habló de quedarme. Una de las cosas que me impactó fue eso de escuchar a Dios para ver qué hacer. Yo siempre fui muy activista, mucho del hacer y después pedirle a Dios que me dé una palabra, pero acá, teníamos mucho tiempo para preguntarle a Dios, tiempo para ver no solo que había que hacer, sino cómo íbamos a hacerlo. Eso fue como desaprender todo lo que había aprendido y empezar de nuevo.

Después me fui a la isla, hablé con mis líderes y les conté todo lo que Dios me había hablado, ellos me liberaron y animaron. Todo ese proceso previo a mi EDE lo caminaron conmigo.


¡Y te viniste!

Sí, mi escuela fue hermosa; Franche y Mimo eran las líderes. Fue re bueno porque estaban muy comprometidas con la vida de los estudiantes, para mí fue buenísimo, muy sabias.

Algo que me marcó en ese tiempo fue tu casamiento. Yo estaba en la escuela y me acuerdo que todos se iban para la fiesta; de repente llovía y vi como toda la base los amó porque trabajaban como hormigas para armarles algo. Me acuerdo de Martha planchando manteles. Todos corrían de un lado para el otro, como una familia. Fue ahí donde decidí que era eso lo que quería para mi vida.


¿Y después? ¿Cómo fue comenzar de obrera?

Llegué para trabajar en el Ministerio de Misiones. Para mí era raro, porque uno de lejos a veces piensa que JUCUM es una organización que entrena y manda misioneros al campo; cuando llegué fue raro ver que no eran tantos los misioneros que había en el campo, bueno capaz que si eran muchos, ¡pero yo tenía otras expectativas! Con el tiempo comencé a entender más de lo que hacemos como Misión.


¿Te parece que damos un mensaje confuso de lo que hacemos?

No, pero es difícil decir lo que hacemos en esta base, es otra cosa.


¿Con quien trabajabas en el Ministerio de Misiones en esa época?

Estaba Marcelo, Mimí, Noelia, Hugo Paulini, Érica Córdoba, Elizabeth Pryszczuk y yo. Me acuerdo que Marcelo me daba información para que aprendiera sobre la Red de Misiones Mundiales y yo no entendía nada.


Ya me aburrí de hablar de trabajo... ¿cómo es Hugo?


Justo en ese momento aparecen amigos, es como si uno tras otro, una fila de gente viniera a compartir momentos y anécdotas con alguien que parece ser parte de todos los que la rodean.


¿Seguimos?

Ahhh, Hugo es... es amigo con sus amigos, súper generoso, a tal punto que a veces lo tengo que parar porque se puede comer toda la bandeja de lemon pie solo para bendecir al que lo hace. Hugo es muy de la casa, le gusta hacer cosas de la casa y estar en casa.


¿Y a futuro como se ven?

¡Con hijos! Yo quiero ser mamá, quisiera tener como cinco hijos. Para mi ser mamá es algo importante, me gustan los niños. Admiro a Gaby (mi esposa) en eso, porque ella disfruta de ser mamá. Creo me va a costar, pero quiero aprender a ser mamá y dejar de poner como prioridad lo que hago.


¿Te ves viviendo acá?

¿En la casita? jajaja, no creo. Sé que no quiero vivir en Puerto Rico, me gusta Argentina para tener y criar hijos. Porque a pesar de las cuestiones que pasan, el concepto y el valor que hay en este país con respecto a la familia, es distinto al que hay en la isla.


¿En dónde en Argentina te gustaría vivir?

Creo que en el sur. Me gusta el sur.


¿Y de acá a 10 años?

Quisiera tener mis hijos y el “Bed and Breakfast” (un hotel casero) o un café. Con Hugo queremos tener un negocio, un lugar donde la gente llegue a sentirse amada, pero amada de verdad, porque es una palabra muy trillada. Yo quiero que la gente llegue y tenga paz, se quiera quedar. Queremos tener un lugar donde podamos servir a otros y así ministrar lo de Dios.


¿Cómo pensás llegar a eso?

Bueno, creo que Bannana Nuts es la herramienta que llegó del cielo para abrir camino. Por eso, para mí Bannana Nuts es un milagro, porque no lo busqué. Yo no sabía nada de telas, ni de costura, pero visitando a mis suegros aprendí y surgió.

Queremos que sea un lugar para que todos se puedan sumar, para que la gente de la Misión pueda llegar y diga: “yo sé hacer esto”. Así pasó con la mayoría de los que están involucrados hoy. Por eso, aún cuando armamos un proyecto en la Escuela de Misiones, creo que no tenemos techo, porque es un lugar para que todos se sientan parte.


Oma te tiro palabras, vos definí lo que entendés, ¿dale?

Uhhh, ¡qué difícil!

Discipulado:

Para mi es acompañar. Es como mostrarte cosas de tu corazón y acompañarte en el proceso: “Omaris, vos tenés mucho amor propio y sos muy egoísta”; te confronto y después te acompaño en el proceso.

Familia:

Creo que familia es esto (abre los brazos como abarcando la base). Es inclusiva, gente que se junta y se banca en las buenas y en las malas.

Amor:

El amor es Dios, eso aprendí.


¡Gracias Oma!


Por: Ale Cruz

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