30 de abril de 2011

Alejandro Cruz, JUCUM Ituzaingó

Abrazados por el cálido viento de un otoño tardío, caminamos entre quinchos y bancos. Hoy no estoy solo, voy con alguien a quien definitivamente admiramos todos. Una doña que le da glamur a todo lo que toca; la ya afamada Omaris Velázquez (según ella, Salazar).

Tengo sentimientos desentendidos, porque hoy la rueda gira distinto. Como vienen leyendo, el Divulgálo está cambiando, muta, crece o algo así. El tema es que nuestra sección del “Buscado” cambiará de ojos, es decir, me despide hoy para darme un nuevo lugar, una sección de la que hablaremos de gente que todavía no conocemos, los por qué y otras tantas yerbas que hoy no vienen al caso: “Crónicas de gente común”, algo digno de leer.

Elegimos a Omaris para emprender una tarea difícil, relucir y discernir luz en medio de lo cotidiano, eso que a veces pasa desapercibido. Creemos en ella, por eso hoy estoy ansioso por terminar esta entrevista y verla comenzar lo nuevo. De más está decirles que fue un placer escribir, entrevistarlos y charlar con cada uno de los “buscados”, seguro que me quedaron muchos sin escarbar, pero confío en que no faltará oportunidad.

La dejo a Oma, para que haga de éste, su nuevo lugar de comodidad e influencia.

Gracias, totales.

Ale, ¿hace cuánto tiempo que JUCUM es parte de tu vida?

Desde el 1994 cuando mi mamá se fue con el proyecto “Una Navidad para Ruanda”. Después llegué a King´s Kids (KK). En ese momento tenía 11 años, yo conocía a Jesús pero tenía la necesidad de que me hablaran en serio. Diana, Daniel Etchart y toda mi generación de KK me proponían cambiar el mundo, éramos niños pero no solo queríamos hacer pavadas, anhelábamos que el mundo cambiara. Creo que eso fue lo que nos impulsó en la vida y nos hizo tomar riesgos.

¿Qué cosas aprendiste en ese tiempo y hoy día las practicas?

Escuchar a Dios, obedecer, tomar riesgos, ir para adelante y al mismo tiempo disfrutarlo.

¿Tomar riesgos ahora es más difícil?

No, y eso es algo que quiero que mis hijos leguen.

¿Dónde hiciste tu EDE?

En India, en el 2001. Fui desafiado y animado a ir por José Liste. Hice otra en el 2005, preguntále a Andrea Dos Santos.

¿Qué es India para vos?

Yerba, galletas oreos, malaria, Érica y Sofía, mucho lío, otra expresión de JUCUM, valorar la familia, una pelea con un pastor de jóvenes. India te parte el corazón, pero también te lo roba…es hermoso.

Después de la EDE, ¿Qué hiciste?

Salí para Malasia y me quedé trabajando con KK unos 6 meses. Me rompió la mente salir de India, llegar a Malasia y ver la gigantesca M de McDonald’s. Luego fui a Indonesia a un campo de refugiados como técnico para desinfectar instrumental quirúrgico odontológico. El primer día hice eso, y en la tarde, me preguntaron si me animaba a anestesiar gente; al tercer día saqué dientes, o sea, fui como una cosa y terminé siendo dentista.

Después de esto regresé a Malasia y trabajé en la iglesia de la directora de KK. Salimos de cruzada con los KK de Malasia y fui su coreógrafo. Luego me fui en tren a Tailandia, lugar de re encuentro con KK Argentina. Fue un choque cultural, hacia más de un año que había salido hacia India y me sentía raro entre ellos.

¿Tenías la oportunidad de quedarte en algún lugar de Asia por largo tiempo?

Sí, en Malasia. La iglesia quería que trabajara con los jóvenes por 2 años. Tenía casa, lavarropas, TV con DVD, espacio, reconocimiento… ¡Ah! ahí me regalaron un Volkswagen escarabajo de color rosa, lo choqué en la esquina de la base. Me podía quedar, pero me volví a Buenos Aires.

¿Qué tal el regreso a casa?

Alejandro con los brazos abiertos me dijo: “Acá sos bienvenido”, y me largué a llorar. Llegué de Asia a casa de mi mamá y después de 3 días me vine a vivir a la base; se convirtió en mi casa.

¿Qué hacías en ese tiempo como obrero?

Oficina de misiones, traducción de material de KK, oficina de base (juntar monedas del

semi-público y llevarlas al Abastecedor), jardinería, construcción, cocina.

¿Alguna otra escuela?

Sí, la de Estudios Bíblicos en el 2002, compañero de David Olivera. ¡Esa escuela es los más! Dios me habló que tenía que discipular el pensamiento. Empecé a pensar de una manera inductiva.

¿Qué es para vos discipular el pensamiento?

Creo que hay que desandar el camino andado, un bagaje de historia y situaciones vividas que nos llevan a creer sin preguntarnos los por qué de lo que creemos. Tenemos conceptos y formas limitadas de preguntar (ojo, preguntar y cuestionar son cosas muy distintas), viciosos de rebeldía sin verdadera sed por aprender. Dios no se siente inseguro cuando le preguntas cosas. Amamos a Dios con nuestras fuerzas y corazón, pero nos cuesta hacerlo con nuestra mente porque no se nos enseñó a pensar.

El pensamiento es el área menos discipulada de nuestra vida y es ahí, donde se alojan los argumentos. Ser renovados en nuestro entendimiento es liberación. Nos han hecho creer que desafiar el pensamiento no tiene nada que ver con vivir el reino, y estos argumentos son tan profundos que ya no los vemos sino que los tomamos como verdades absolutas.

Creo que necesitamos una profunda renovación del entendimiento, que no viene de la noche a la mañana, es un tema más que nada de cosmovisión, no sé si del corazón.

¿Qué haces para discipular el pensamiento?

Me estás metiendo en un lío. Para mí, discipular es en lo cotidiano, no es sentarme a tomar un té y que el otro me cuente de su vida. Por eso no discipulo mucha gente, porque hay que discipular el ser y no el deber ser. El ser se ve en lo diario, cuando te tengo al lado, veo cómo le respondes a otros, si te quebrantas, si señalas o cubrís en gracia. Se trata de anhelar ser discipulado porque quieres ser como tu maestro. El maestro está seguro de que su discípulo va a llegar más lejos que el porqué se va a parar en sus hombros, y esto no se hace charlando de vez en cuando, se hace en la vida. Que mis discípulos piensen o vean la vida como yo, que hablen parecido a mí, es un privilegio.

De aquí a 5 años, ¿cómo te ves?

Explotamos en Argentina y después me voy. Me voy a explotar otro lado del mundo, Inglaterra. ¡Eso quisiera! Igual, capaz que me quedo. A veces Dios me dice cosas pero yo también tengo cosas para decir. Creo que a Él le interesa lo que digo, lo que pienso.

Creo que Inglaterra es la cuna del mundo y que en algún punto es la cuna del pensamiento, además de que está cerca de todo. Si bien Latinoamérica tiene un rol clave en el mundo, creo que Medio Oriente y Asia son el centro del futuro cercano y yo quiero estar allí para que cuando exploten las bombas, puedas esquivarlas para ayudar a los heridos.

JUCUMero toda la vida… donde quiera que esté.

¿Y Gaby, tu esposa?

Uffffffffff…me trajo estabilidad en la vida. Creo que las cosas más relevantes que logré terminar fue en parte por tenerla a mi lado. Somos muy distintos, pero creo que los dos estamos muy comprometidos en permanecer y tengo que reconocer que Gaby saca lo mejor de mí aun cuando yo no lo veo. Me enseñó que el amor va más allá de las decisiones y emociones. Es y está.

¿Mateo, tu hijo?

Con Toto vamos madurando en relación, en muchas cosas es muy distinto a mí. Yo lo amo con todo mi corazón, me sorprende todo el tiempo, aprendo a conocerlo. Necesita su espacio y su tiempo, a veces me da la sensación de que lo presiono a que sea alguien que no es, pero ahora estoy aprendiendo a conocerlo, más que a decirle quién debería ser. Dios me habló mucho de Mateo antes de que naciera, que iba a ser un varón, que Él no es un hombre de guerra como yo, sino que Dios lo llama para ser un hombre de paz, llamado a administrar y ejercer decisiones.

Tengo que cocinar. Gracias Ale, es un privilegio escucharte y conocerte un poco más…

No Oma, gracias a vos.

Por: Omaris Velázquez

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